lunes, 18 de noviembre de 2013

30 Años del Club Patí Gramenet - Lo artístico de toda la vida...

Hace tiempo que no hago una entrada en el blog y llevo varios días con un tema en la cabeza, pero no es el que les voy a contar hoy, ese lo dejamos para dentro de poco...

Hagamos historia...

Yo comencé a patinar gracias a unos vecinos que se mudaron al lado de mi casa, “Los Figueras” cuyos hijos tenían patines y yo me encapriche con unos.
Al poco mi madre me llevo a ver un Festival del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (G.E.B.A) en el Country Club de Banfield (todo muy: “o seah.... viste?”) El espectáculo se titulaba “Patines Imperiales”
Recuerdo haber alucinado primero con los patines, todos de bota y con una forma diferente a los mío que eran de correas.
Lo segundo que me alucinó fueron todos los movimientos coreográficos, los cruces, las piernas levantadas y los giros.
Y lo que me decidió a intentar se lo que intento ser desde hace muchos años fue ver a Alejo Marchese, a quien nunca pude conocer en persona, hacer su número: “Arte y destreza”
El coreógrafo de aquella maravilla ante mis ojos, era Peter Zigarán. 

Mi concepto de festivales se afirmó en ese mismo instante como espectáculo propiamente dicho.

Con el tiempo y ya federado en un club, supe que los tres shows más importantes de la Argentina durante muchos años eran el de River Plate, G.E.B.A y el de Huracán, club donde yo patinaba.
Emilse Melión, Peter Zigarán y Mario Olguí, respectivamente, los tres coreógrafos que se estrujaban la cabeza intentando llegar al público y hacerles comprender la maravilla del patinaje artístico en tan solo dos horas, emulando constantemente a Holiday on Ice, que era nuestro espectáculo de referencia. 

Al llegar a España mi primer festival fue en Alcobendas, junto a muchos de los grandes de este país. Antela Parada, Manolo García, Maria José Zuriaga, Jordi Sánchez Cisneros y un etc que ahora mismo no recuerdo.

Lejos estaba el glamour de plumas, luces, telón, cruces, vueltas y grandes coreografías grupales, programas a color, venta de entradas, etc. Muy lejos...

Cada individual hacía su programa corto y los números grupales eran una sucesión de enlaces de ejercicios de individual, con maillots a mitad camino entre exhibición y entrenamiento.
Todo se hacía “al giorno” que es como se denomina cuando la muestra se hace a luz natural o artificial, pero carentes de color.

Comprendí que aquí el concepto espectáculo era otro y automáticamente lo cambié, sin más problema.
Al fin y al cabo era algo menos en lo que trabajar cuando se es entrenador. Te limitas a hacer que patinen y una o dos veces al año una, para mi, exhibición. 
El término Show, como se utiliza en Argentina pasaba, en mi cerebro a formar parte de un recuerdo.
He de reconocer que hice un par de intentos e incluso hubo uno en que casi lo consigo, pero me cuesta más trabajo convencer a la gente para organizarlo, que montar dos horas de espectáculo.

La tarde de ayer domingo 17 de noviembre invitaba a quedarse en casa. 
La lluvia, el frío y la absoluta certeza que el verano mediterráneo se ha marchado hasta el próximo año nos tenía a todos con pocas ganas de salir.
Pero yo que soy un animal de pistas y me alimento de ruedas, me fui a ver un festival del que me habían hablado mucho, muchísimo y que nunca había tenido el placer... sí, sí, el placer... Un gran placer.

Volví a mi infancia por unas horas. Lágrimas incluidas.

Un festival como es debido.
En un pabellón que aun no entiendo que hacemos que no organizamos allí el campeonato de Bcn de Show... Ahí lo dejo....

Un despliegue de luces, telón, sonido, locución... Lo diré en palabras de niño:
Magia, alegría, ilusión y sobretodo una: la de hacerte sentir ganas de salir a la pista como uno de ellos, enfundado en un traje, a cual más bonito y a cual más vistoso...

Ayer se festejaron los 30 años del Club Patí Gramenet. 
Treinta años de historia.

Y volví a mis orígenes por unas horas...

Hablo de Show, de Festival, de hacerle sentir al público que está viendo algo en lo que se ha trabajado y mucho. 
Donde todo está organizado con una profesionalidad estupenda.
A pesar de la lluvia y el frío el pabellón estaba completo, sí, sí, completo. Como no lo estuvo siquiera el del mundial. Como no lo está un campeonato de España de individual últimamente...

Y cuando digo que volví a mi infancia, es porque todo tenía su nombre y apellido... 

Porque desde el momento cero en que entregue mi entrada en la puerta, todo fue un espectáculo con Mayúsculas. 

La primera cara conocida fue la de Lanç Rodríguez, que me recibió como siempre con una sonrisa y una felicidad... no es para menos, yo también si fuera parte de algo así estaría feliz... 

Cuando accedí a la pista y vi el pabellón tan lleno, tan bien montado, quedé boquiabierto.
Un telón imponente presidía todo, imposible no quedarte alucinado.
La distribución de las luces era estupenda porque te permitía distinguir todos los detalles. Y un sonido perfecto, ninguna interferencia, ningún acople y al volumen adecuado al tamaño del recinto. Es la primera vez que no tengo que gritar para que me escuche el de al lado...
Un cañón de luz para realzar las actuaciones individuales... sí, si, como en el mismo Sant Jordi, pero en Santa Coloma, 
A ojo de buen cubero, habrían unas mil quinientas personas, sí, si, como lo leéis... y alguien me dijo: “una pena... hoy no ha venido mucha gente... Claro con la lluvia...“ 

“Aves del paraíso” es el título de espectáculo.
Rosa Maria Cabrera “Rosica” la artífice de todo. 
Todo impecable. 
Los “Black out” luego de cada actuación y que la siguiente entre a oscuras en la pista me producía constantemente las ansias de ver cada número y créanme, luego de 40 años en el patinaje, no todo llama la atención de la misma manera. Pero ver que, desde los niños de cinco y seis años hasta los mayores de más de veinte,  saben lo que tienen que hacer, cuando y cómo, siendo un profesional, sé que no es tarea fácil. 
Pues la primera en la frente: los peques más peques sabían, a oscuras, donde colocarse... De ahí en más todo fue una catarata de colores y como decía antes: magia.

Me encantó.

Si cuando tenía seis años me alucinó ver a Alejo Marchese y quise ser patinador, ver anoche a los individuales del C.P.Gramenet no tuvo desperdicio.
La noche abrió con David Bueno, que no más salir se metió al publico en el bolsillo con con un tema tan simple como Grease, pero su desparpajo y su “chuleria” sana, no tiene desperdicio. Ninguno de los patinadores de Gramenet recorta a la hora de actuar. David Buenos se marcó un triple mapes muy bien conseguido y una serie de doble rippers, a modo de propina, porque con su manera de actuar en un espectáculo con solo salir tuvo el público en el bolsillo.
No había tenido tampoco el placer de ver en directo a Tara Lloret... Estupenda. 
Efectiva y sobretodo con clase. Elegancia y saber hacer. Todas sus ejecuciones muy correctas, pero más allá de eso, presencia, planta, savoir fer...
Y parece que la cosa viene en los genes porque la niña tiene un hermano...
Duncan Lloret es más sobrio y contenido que David Bueno, pero con muy buena planta en pista y por supuesto bastante efectivo. Defiende su trabajo muy bien, es un patinador elegante y veloz, que destacó por encima de todo por su sobriedad.
Todos ellos llevan una marca de la casa, inexcusable, que es lo estético.

Estuve sentado en la grada con otra entrenadora y colega de trabajo riéndonos y emocionándonos juntos, porque cuando menos lo esperábamos apareció él...

Apareció como apareció cuando yo era pequeño Alejo Marchese....

José Antonio Ballesteros de riguroso negro cuajado de Swaroskys boreales y amatite...
Y luego de lo protocolario de las presentaciones y dedicatorias al patinador más internacional y laureado de la entidad, simplemente se puso al respetable por montera y lo levantó por los aires.
Viva la madre que te parió, Jose... Viva.

Te entiendo como nadie. 
Una pista, una música y mil personas o diez, da igual. No hay mundo, ni horas, ni dolores,  problemas o cualquier cosa que pueda ser ajeno a ese momento irrepetible que es como si chocaran dos planetas y todo fuera electricidad...
Y lloramos... porque al menos a mí me diste ganas de pedir prestados unos patines y saltar a la pista... y eso no tiene precio.

Jose nos regaló un par dobles flips, un doble mapes y una pirueta de escándalo... Y  mucho, mucho baile, que es lo que al público le gusta y uno ha de patinar para el público.
Te importó nada tu rodilla inflamada y la recomendación del médico de reposo... ja!
Los médicos sabrán de medicina, pero poco saben de pasión por patinar...
En eso también somos iguales y créeme que conozco un par más que ídem.

Ay que noche...

Gran noche la del Club Pati Santa Coloma de Gramenet.
Rosica, enhorabuena. 
Rosa Maria Cabrera,  tu eres el nombre y apellido del que hablaba al principio. 
Puedo decir que tienes el mejor show que he visto en España Nunca. Así, con dos cojones. El mejor.
Viva la madre.... Olé. 
Treinta años al frente sacando lo mejor de todos los que han pasado por tu pista, como bien dijiste a los chicos que se juntaron para darte una sorpresa: tu casa. Porque para un entrenador su pista es su casa. No hay más.

Enhorabuena a todos, a los casi 300 patinadores que habría en la pista, porque todos y cada uno formaron parte de una noche mágica.
Una noche que a mi particularmente me devolvió por unas horas a un lugar precioso, al momento preciso en que me enamoré de esta disciplina, cuando aun no conocía dobles, ni filos, ejercicios ni puntuaciones, políticas y jueces. Al génesis de todo. Al verdadero paradigma de este deporte: Lo artístico.

Volví a casa bajo la lluvia que le daba un toque nostálgico...
Purpurina en la barba de los besos y abrazos con gente de muchos años...
Elena Ventura qué grande cada vez que nos encontramos y que increíble los años que han pasado ...

Y esta mañana al mirarme al espejo listo para enfrentarme a un lunes muy pero muy difícil cuando vi los reflejos de la purpurina aun en mi rostro, me di cuenta que la vida es esto, tener una pasión porque el resto es relleno.

Os animo a todos, que no se pierdan el Festival de “La Gramenet” 2014.
Yo os aseguro que ya no no me lo pierdo más.


Carlos Pantano.-

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